Miami Biennale
María Fernanda Cardoso

Art Works
Video
María Fernanda Cardoso Butterfly Drawing, 2003
Acrylic, butterfly archive from Peru, metal; 49 x 49 x 7 inches
From Beyond the Erotic: Flows

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Bio

María Fernanda Cardoso (born 1963) Bogotá, Colombia. Resides in Sidney, Australia.

Ahora la vida de María Fernanda Cardoso no es tan estresada ni se desarrolla tan rápidamente como cuando vivía en Estados Unidos o en Canadá. Aunque viaja permanentemente de Australia a América y a diario recorre varios kilómetros para ir a su estudio ubicado en el sótano de una iglesia antigua, donde no sólo comparte su experiencia con artistas de distintas nacionalidades, sino que realiza exposiciones no tradicionales en su taller.

Su vida pasa lentamente; su motor no es el trabajo por el trabajo, sino disfrutar en familia, leer, investigar e inventar una obra que aparentemente surge de una locura, pero que se basa en un sentido encadenado a la ciencia que aprendió a descubrir desde que era niña y escuchaba pacientemente las historias de su abuela que le indicaba si el mosco que volaba a su alrededor era macho o hembra, que le contaba las increíbles aventuras protagonizadas por su abuelo cuando se desempeñaba como médico en un pueblo de Santander.

De niña oía, entonces, con atención, las historias del padre de su padre, un hombre que sin saber que ya en otros países se había descubierto la causa de la malaria, había realizado varios experimentos hasta encontrarla. También María Fernanda Cardoso se enteraba cómo su abuelo había sido el primer médico en operar las cataratas en Colombia. "Encargó a Alemania los instrumentos necesarios para realizar la cirugía.

Su paciente fue el lechero que día tras día lo visitaba y quien se ofreció para que el médico del pueblo realizara en su consultorio aquella extraña cirugía que le devolvería la vista. Pero también clasificaba las gallinas para investigar y convertirse en el primer experto en dietética y nutrición". Estas y otras historias entusiasmaron a María Fernanda para mezclar ciencia y creatividad, para observar con atención los insectos, para arriesgarse a ensayar y a no detenerse ante lo desconocido.

Maestra por votación
Mientras estudiaba bellas artes seguía interesada en los insectos, investigaba y comprobaba sus teorías. Había resuelto dedicarse al arte y no a la ciencia, "por que la manera como se estudia la ciencia es unidimensional. El proceso creativo en los científicos es muy puntual, surge en principio, pero pasan el resto de su vida comprobando esa verdad descubierta. Mientras que en las artes la creatividad es permanente, se puede ser pluralista y usar aspectos de la ciencia y estudiarla".

Por eso, cuando terminó su carrera de artes plásticas, se matriculó en la Universidad de Yale donde hizo su maestría. A su regreso resolvió participar en la II Bienal de Arte de Bogotá con una obra en la que se advertía su interés científico, era una trabajo conceptual en el cual utilizaba animales disecados y que le valió el primer premio.

Unos días después sus obras ocupaban toda la galería Garcés Velásquez, una sala en la que tenían cabida los artistas ya consagrados, pero su visión contemporánea sobre la naturaleza muerta la había llevado a aquel lugar para realizar su primera exposición individual.

Después del éxito obtenido con su primera y última muestra individual en Colombia, resolvió aplicar como maestra en la California Institute for the Arts, una de las más prestigiosas escuelas californianas.

Empacó maletas y se fue de nuevo a Estados Unidos. Se dedicó a crear un programa novedoso. "Desarrollé los cursos basados en la manera como yo abordo el arte. Se trataba de trabajar con materiales no tradicionales y de buscar el concepto a través de la manipulación de los medios usados".

El olor de la panela
Fue en esos años cuando resolvió abrir una cátedra especializada en el desarrollo de las artes a través de los sentidos. "Tenía libertad para desarrollar el programa académico. Entonces me inventé un curso en el cual se trabajaba con sensaciones y no con materiales". Mientras dictaba clases en la universidad continuaba creando obras novedosas. Viajó a San Francisco donde encontró un taller amplio, lleno de luz e ideal para trabajar. Se instaló en esa ciudad y desde allí se desplazaba a Los Angeles todas las semanas.

En ese estudio surgieron muchas obras que llamaron la atención, entre ellas, algunas que recordaban su identidad latinoamericana. Para ello vino a Colombia, visitó los pueblos de Boyacá, la Sabana de Bogotá y sus alrededores. "Tomé materiales exóticos que adquirí en la plaza de Paloquemao y en diferentes pueblos. Usé calabazas, bocadillos, panela, cola, jabón de lavar la ropa. De este modo conseguí crear un trabajo que unía lo geométrico, lo conceptual y los olores".

Después fue invitada a una residencia en la que tuvo el apoyo económico y además la ayuda de un buen número de artistas que ofrecieron su mano de obra. Así realizó una serie en la cual usaba las estrellas de mar conectadas a manera de tejidos que ella denominó "tejidos de agua".

Pero una tarde, en medio de la lectura, se cuestionó el porqué al hombre le atraen tanto los animales, y resolvió dedicarse a investigar las pulgas, como una manera de abordar las contradicciones propias de esta época.

Pagó cincuenta dólares por pocas pulgas
Paró temporalmente su trabajo y se dirigió a Canadá donde hizo una residencia para poder desarrollar su investigación. Fue allí donde no sólo concretó y desarrolló su famoso circo de las pulgas, sino donde conoció a Ross, su esposo, que también hacía una residencia sobre un proyecto relacionado con el arte electrónico.

Cuando regresó a San Francisco presentó el circo en Exploratorium, un museo de arte y ciencia. Ya había terminado el proceso de entrenar las pulgas, fabricado cada uno de los elementos requeridos para la performance, creado un aparato especial para enseñarles a caminar y a bailar, hecho los cañones, las redes para que aterrizaran, el trampolín para el salto mortal, buscado la cuerda de la que a los insectos les gustaba agarrarse. También había hecho los carritos que pudieran halar. En fin, había trabajado en miniatura".

No había sido fácil montar este proyecto. "Empezando porque en ese momento no había pulgas en el Canadá. No fue fácil conseguirlas. Me contacté con veterinarios y no fue posible encontrarlas en perros ni en gatos. Tuve que importarlas desde los Estados Unidos. Me costaron 50 dólares y me enviaron muy pocas. Conseguí los permisos de importación y debí pagar sesenta centavos de impuestos. Fue así como empecé con el circo".

Después de investigar y de ensayar para conocer las fortalezas, las debilidades y las costumbres de esos diminutos animales, de saber el grado de fuerza con que cuentan, de amaestrarlos para que lograran caminar en dos patas, bailaran, hicieran el salto mortal, halaran algunos carritos, montaran en trapecio y desarrollaran los diferentes números del espectáculo a cabalidad, logró éxito con el circo que en un principio sólo podía ser visto por veinte personas que entraban al recinto por lotería y a la suerte, pues el espacio era ', muy pequeño y los visitantes eran más de trescientos. Ahora el circo es totalmente profesional, sigue un guion, cuenta con iluminación, coreografía, música especial y es milimétrico. "Tenemos tres pantallas grandes. Ya la parte visual se solucionó, porque el problema estaba en buscar la manera adecuada de mostrar a cientos de personas una escenografía y una serie de personajes que miden un milímetro, y funcionó". Con su famoso circo de pulgas se entretuvo los últimos cinco años.

La lengua de las mariposas
Después de viajar por la China, la India, los Estados Unidos y permanecer buena parte de su tiempo en Australia, resolvió desarrollar una idea que había rondado por su mente desde antes de trabajar con el circo de las pulgas. "Hice varias obras con mariposas de colores, ordenadas en lo que yo llamo dibujos".

Se trata de diseños geométricos inspirados en la forma natural de las alas con las que hace círculos perfectos y crea obras formalistas que apuntan al orden de la naturaleza.

También usó las antenas y las lenguas que ha dispuesto en espiral. Son obras limpias y simétricas en las cuales expresa una vez más su interés en los animales.

"Me fascinan los insectos. Soy muy observadora. Siempre estoy mirándolos, investigándolos y utilizándolos en mi trabajo".

En ellas muestra no sólo su capacidad creativa y su pasión por el empleo de materiales no tradicionales, sino su habilidad como dibujante, su sentido de la composición, su interés en la geometría, en el orden y en la aparente monocromía, aunque usa la variedad de los tonos de las alas de las mariposas.

Para ello ha comprado cientos de mariposas sin caer en el - contrabando de animales. "Todo eso está regulado. Si hay algún animal en vías de extinción no lo comercializan". Así, esta artista dinámica, investigativa, viajera, realiza después de doce años su segunda exposición en Colombia, tras haber sido reconocida en el ámbito internacional.

Llega desde Australia. Allí ha surgido buena parte de su obra de los últimos siete años. Allí ha logrado dividir su tiempo entre su actividad profesional y su familia. Pues pasa buena parte de su tiempo con Ross y sus dos hijos Manny y Felipe Júpiter, con quienes semanalmente viaja a su finca situada en las afueras de la ciudad y que aún no sabe si fue arrasada por las llamas en los recientes incendios.

Entre ensayo y error, entre riesgos y aciertos ha vivido María Fernanda Cardoso, una mujer curiosa, cálida, generosa y talentosa, que desde niña supo compartir sus ratos libres con Patricia, su única hermana, quien también se ha destacado en su actividad profesional, pues su primera película obtuvo un Oscar.

Ahora anda por las calles de Bogotá cargada de juguetes, con sus hijos de la mano, con su esposo y compañero, que aprendió rápidamente el español, que también disfruta de los paisajes colombianos y corre detrás de Manny, su hijo mayor, a quien con cierta picardía califica de "terremoto". – from colarte.com